Empresarios y el sector hotelero de la Riviera Maya reiteraron su negativa a que este destino turístico abra sus puertas al segmento de cruceros, por lo que en reunión con la Secretaria Federal de Turismo, Gloria Guevara Manzo, no sólo mantuvieron su postura, sino le solicitaron crear la Ley de Limpieza de Cruceros para proteger el medioambiente de los desechos que arrojan a los mares estos grandes barcos.

El presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Gerardo Valadés Vitorio, expuso que además de que la industria de cruceros no representa una derrama económica para los destinos donde se establecen, los buques de crucero liberan grandes cantidades de contaminación en la costa y en las aguas oceánicas, la cual pone en peligro la salud humana y daña a los ecosistemas marinos.

Valadés Vitorio explicó que pidieron a la Secretaria de Turismo federal que se emita una Ley de limpieza de Cruceros la cual prohiba el vertido de aguas residuales, aguas grises y aguas de sumidero oleosas dentro de las aguas de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de México; que se establezcan normas y prohibiciones más estrictas para los vertidos a 200 millas de la costa; se prohiban descargas de lodos de depuradora, cenizas y residuos peligrosos en aguas de México, y se aumente la vigilancia e inspección de los procesos de descarga.

Por su parte, el presidente de la Asociación de Hoteles de la Riviera Maya, Jean Agarrista Marfín, aseveró que “organizaciones dedicadas al cuidado del medio ambiente marino”, sin citar ninguna, han advertido que los barcos de crucero generan alrededor del 77 por ciento de la contaminación marina en todo el mundo.

“A medida que los barcos cruceros crecen en tamaño y lujo, también producen más residuos. Recientemente, la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos estimó que, durante un viaje de una semana, un gran barco crucero con capacidad para 3 mil pasajeros y tripulantes puede producir un flujo de alrededor de 794 mil 850 litros de aguas negras, 3 millones 785 mil litros de aguas grises, 95 mil litros de aguas oleaginosas de drenaje, 568 litros de residuos peligrosos, ocho toneladas de residuos sólidos y una difícilmente calculable cantidad de contaminantes atmosféricos, lo cual debe multiplicarse por los más de 200 barcos de crucero que actualmente navegan las rutas marítimas los 365 días del año”, detalló el hotelero.

En este mismo contexto, Jane Groman, presidenta del Comité Empresarial Turístico insistió que la industria de cruceros sólo deja ganancias a las grandes navieras, las empresas consignatarias establecidas en los destinos que visitan, las grandes mayoristas tour operadoras, y las autoridades portuarias, directamente o a través de terceras empresas, generalmente foráneas.

“Ni los hoteles, ni los restaurantes, ni los comercios, ni los establecimientos de ocio y culturales, ven compensados sus esfuerzos para atender a los cruceristas, excepción hecha de algunos pocos trasladistas y tour operadores que reciben una comisión muy baja y que apuestan por el volumen”, precisó la presidenta del Comité Empresarial Turístico.

Viendo pasar a los cruceristas en Cozumel a su vuelta al barco, se puede observar como es una minoría la que lleva bolsas con compras. Los que llegan de excursiones, en numerosas ocasiones, vuelven a comer a bordo o lo hacen en el propio autobús. Por otra parte, las navieras no les permiten subir productos que puedan competir con su negocio, para que el crucerista se vea obligado a comprarlos a bordo, a precios mucho más elevados, destacó Jane Groman.

Los empresarios insistieron en que el turismo de cruceros es un gran depredador de los recursos de los destinos que visita, y deja mínimos beneficios, por lo que volvieron a solicitar a la titular de Turismo, Gloria Guevara, que no se abra esta industria en la Riviera Maya. (NoticaribeNews)